Comienza el desalojo de la Jungla de Calais
El Estado francés ha comenzado este lunes 24 de octubre el desalojo de la Jungla de Calais [1], el mayor campo de refugiados en suelo europeo, que en septiembre de este año contaba ya con más de 10.000 habitantes. Con él, el gobierno francés pretende desmantelar de una vez por todas el campo y detener el flujo migratorio hacia el Reino Unido a través de Calais. Sin embargo, desde su creación en 2002, el campo ha sufrido ya varios desalojos [2], volviendo a surgir después de cada uno de ellos, lo que parece mostrar que el desalojo no es la solución a la situación de esta frontera. Mientras haya gente que quiera ir a Gran Bretaña y no se les permita, éste será un problema en Calais.
¿Cómo se pretende organizar el desalojo? Durante tres días, empezando este lunes, los habitantes de la Jungla han sido requeridos, mediante panfletos repartidos por el campo e información repartida por las organizaciones que allí trabajan, a dirigirse al recién creado “Centro de Distribución”, en la cercanía del campo [3]. Una vez allí formarán largas colas (se pretende “procesar” a unas 2.500-3.000 personas por día) para ir siendo registrados y montados en unos 60 autobuses que los repartirán por los CAOs (Centros de Acogida y Orientación, de estancia máxima de un mes), repartidos por toda Francia [4]. Una vez en ellos se le dará la oportunidad de pedir asilo en Francia a quienes cumplan con los requisitos para elllo. El resto será deportado, ya sea al primer país europeo donde se les registró (bajo el Tratado de Dublín) o a sus países de origen si hay acuerdo para ello. Por otro lado, el desmantelamiento de las infraestructuras y viviendas del campo comenzará el martes. El gobierno francés pretende completar el proceso en una semana.
El gobierno ha destinado para el desalojo al contingente policial ya destinado en Calais, 2100 agentes, junto a 1250 agentes adicionales traídos de otras partes de Francia [5]. La policía ha declarado el campo “área de excepción” dentro del estado de emergencia que vive Francia desde los atentados de París. Cualquier persona no autorizada que entre en el campo será multada con 7500€, seis meses de cárcel.
Paralelo también a este proceso, se han creado nuevos centros de detención en el área de Calais y se ha incrementado la presión policial sobre las personas migrantes en la zona. La policía cuenta con que muchos migrantes que no quieren quedarse en Francia o que no tienen derecho a asilo allí están huyendo el campo, desperdigándose por la zona norte de Francia o creando nuevos pequeños asentamientos cerca de Calais y tratan de contener esta dispersión. Se ha incrementado la presencia policial en estaciones de tren y autobús y las organizaciones en defensa de los derechos de las personas migrantes denuncian que ha aumentado el número de detenciones con sesgo racial [6]. El censo realizado por las organizaciones que trabajan en el campo ya muestra que de septiembre a aquí la población se ha reducido ya de 10.188 a 8.143 personas [7].
Este descenso es una evidencia de que el desalojo ya había comenzado hacía semanas. En septiembre empezó un goteo de información muy confusa desde el gobierno sobre un inminente desalojo y el proceso por el cual se llevaría a cabo, algo que generó mucho nerviosismo y ansiedad en los habitantes del campo. El objetivo de gran parte de las personas que habita la Jungla es el de llegar al Reino Unido, algo que no era una opción en los planes de desalojo del gobierno francés. Ésto les ha llevado a intentos aún más arriesgados de pasar la frontera, ya sea saltando a los camiones de mercancías o pagando a los traficantes de personas que operan en el lugar. En 2016 hay ya 15 muertes de confirmadas de migrantes en Calais, muchas de ellas en las carreteras que llevan al Reino Unido [8].
También desde septiembre se ha incrementado la presión policial sobre el campo, con un mayor número de detenciones de migrantes en los alrededores del campo, incautaciones de productos de los restaurantes y tiendas y de bombardeos nocturnos con gases lacrimógenos [9]. Todo esto ha forzado a este “autodesalojo” del campo de un 20% de su población.
Este desalojo se enmarca dentro del comienzo de la campaña electoral francesa, marcada por un ascenso pronunciado del Front National de Marinne Le Pen, con un discurso anti-inmigración muy marcado. El resto de partidos a su izquierda hasta el Partido Socialista del presidente Hollande han entrado en una carrera por mostrar quién propone leyes más duras contra la inmigración para atraer al creciente electorado del Front National. El desalojo de la Jungla de Calais parece uno más de estos movimientos mediáticos y electoralistas.
Mientras tanto, el gobierno británico, del otro lado de la frontera, está aplicando una política ambigua en cuanto a Calais se refiere. Por un lado quiere dificultar lo máximo posible la inmigración de adultos a Gran Bretaña. Para ello ha iniciado la construcción de un muro a lo largo de la carretera que lleva al puerto de Calais [10] y que se suma a la valla de 5m de altura con concertinas ya existente. Por otro lado ha ofertado su mayor contrato privado hasta la fecha para servicios de seguridad y detención en la frontera franco-británica [11].
Por otro lado, la población británica está sensibilizada ante la situación de los 1.300 menores no acompañados que viven actualmente en el campo. Fruto de ésto, hace cinco meses el Parlamento Británico aprobó la enmienda Dubs [12], por la cual se pretendía acoger hasta 300 menores habitantes de la Jungla en Inglaterra. Sin embargo, y a pesar de las constantes reclamaciones de las organizaciones que trabajan con las personas migrantes, hasta la semana pasada nada se había hecho por hacer efectiva esta enmienda.
Ha sido el anuncio del desalojo y el miedo sobre el futuro de estos menores durante el mismo (en el caos de desalojo de la parte sur del campo en febrero desaparecieron 130 menores) lo que ha hecho que de forma apresurada se haya procesado esta última semana la acogida de unos 200 menores, según estimaciones de Citizens UK [13]. Lo que no se sabe es aún es qué pasará durante el desalojo con esos 1.100 menores que aún malviven y sobreviven en la Jungla.