¿Qué fue de los habitantes de la Jungla de Calais?
A finales de octubre de 2016, el Estado francés llevó a cabo el desalojo forzoso del campamento de refugiados de Calais, conocido como la Jungla [1]. Este proceso consistió en la dispersión de todos sus habitantes por los 340 CAOs (Centros de Acogida y Orientación, de carácter temporal) de Francia, donde se les prometió que podrían cursar su solicitud de asilo en el país.
Y entonces, tras toda la información que circuló antes y durante el desalojo de la Jungla sobre ésta, llegó el silencio, tanto mediático como gubernamental. La información sobre las condiciones de vida de las personas refugiadas y de sus procesos de asilo fueron invisibilizados tras los muros de los CAO. Incluso a las asociaciones que habían trabajado con ellos en Calais, dada su dispersión ahora por toda Francia, les está suponiendo un esfuerzo titánico el seguir en contacto con ellos, ya sea visitándolos en los CAO cuando les es permitido o mediante los pocos teléfonos móviles que los refugiados han podido conservar.
Al llegar a los CAO, muchos migrantes descubrieron que no todos tendrían derecho a asilo, tal como se les había prometido desde el gobierno francés, sino que se les aplicaría el reglamento de Dublín. Por este reglamento, todos los migrantes deben ser devueltos al primer país europeo que pisaron para cursar allí su solicitud de asilo. Estos países son mayoritariamente Grecia, Hungría, Italia y España, países donde la protección de asilo es casi inexistente. La Cimade, una asociación que proporciona apoyo legal a los migrantes calcula que un 60% de ellos son susceptibles de ser expulsados mediante el tratado de Dublín. Además, desde entonces se han multiplicado las expulsiones de migrantes a países como Afganistán, Eritrea o Sudán.
Ante las mentiras del gobierno francés y las malas condiciones de alimentación e higiene en los CAO, algunos migrantes han huido de ellos pero otros han decidido organizarse y luchar. Desde noviembre se han venido sucediendo continuas huelgas de hambre, motines y manifestaciones por los CAO de toda Francia, apoyadas por las asociaciones pro-migrantes [2]. Esto demuestra que todos los intentos de silenciación de la cuestión de las personas migrantes por parte del gobierno francés son futiles y que mientras no se atienda de verdad a sus demandas, seguirá habiendo protestas.
Y mientras tanto, la llegada de migrantes a Calais, gran parte de ellos menores, se ha reanudado desde diciembre, llegando actualmente unas 30 personas al día según las asociaciones que trabajan sobre el terreno [3]. Todas estas personas malviven escondidas en los bosques alrededor de Calais, sufriendo nevadas y temperaturas de hasta -5º, sin poder encender un fuego para calentarse o montar tiendas de campaña por miedo a ser encontrados por la policía. Durante la semana tratan de colarse en alguno de los camiones con destino al Reino Unido y el fin de semana, dado el menor tráfico de camiones, intentan obtener asilo en el refugio de la cercana St. Omer, que con 55 plazas es más que insuficiente. A pesar de las peticiones de las asociaciones que trabajan proveyéndoles comida y abrigo, el gobierno francés ha decidido no llevar a cabo ninguna medida ante esta emergencia humanitaria.
Gran Bretaña por su parte prometió acoger a los menores habitantes del campo, unos 1000 antes del desalojo, de los cuales sólo unos 340 acabaron siendo acogidos, acabando el resto repartidos por los CAOMI (Centros de Acogida de Menores no Acompañados, por sus siglas en francés). En ellos algunos han podido acceder a su traslado al Reino Unido, pero muchos otros han acabado abandonándolos por no entender un proceso burocrático demasiado largo, del que se les proporcionaba poca información comprensible y que en muchos casos era congelado por las propias autoridades. Algunos de estos menores, fuera de la escasa protección que podrían tener en los CAOMI o la ayuda de las asociaciones que trabajan con migrantes, han vuelto a Calais para intentar de nuevo el peligroso salto al Reino Unido [4].
Uno de los programas utilizados para el asilo de menores en el Reino Unido, la enmienda Dubs, ha sido cancelado con mucha discreción esta semana por el gobierno británico [5]. Se planeaba que permitiera el traslado de 3000 menores refugiados cuyo destino fuera el Reino Unido y que hoy en día malviven en campos de refugiados por toda Europa, pero sólo ha acabado beneficiando a menos de 350. Además, en diciembre concluyó la construcción del muro que financiaron para impedir el acceso de los migrantes a la carretera que lleva al puerto de Calais [6].
El desalojo de la Jungla y las posteriores medidas de los gobiernos británico y francés no han supuesto el fin de los problemas en la frontera anglofrancesa, sino su dispersión e invisibilización. Las asociaciones y la policía preveen que con la llegada de la primavera aumente la llegada de migrantes a la frontera ¿Seguirán ambos gobiernos aplicando la misma desastrosa y cruel política de fronteras?