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Dia 14: Última actuación en los campamentos

Diario de a bordo. Día 14
Lunes 27 de Junio de 2016

Entrada 1 (por la mañana)

Como todas las mañanas, empezamos con el desayuno, en nuestro ánimo se nota la tristeza de saber que es el ultimo espectáculo en los campamentos, aún así, con ganas de darlo todo y muy emocionadas.

Empezamos la ruta hacia el campamento de Langadikia a una hora de camino, sobre las 11:30h llegamos. En este campo nos habían confirmado el día anterior la entrada y cual fue nuestra sorpresa, que a pesar de estar autorizadas nos pusieron inconvenientes con bastante autoridad y con formas despectivas a la hora de registrar la documentación. Los militares se encuentran en una oficina con aire acondicionado, en contraste con las malas e inhumanas condiciones de las personas refugiadas. Avisan al coordinador del campamento que pertenece a ACNUR, nos saluda y nos comunica que tenemos menos de una hora para actuar, ya que a las 13:00h llegaran representantes de la ONU para registrar a las personas y haciéndoles creer que esos registros son para ir solicitando su asilo. Posteriormente pudimos comprobar que eran las 15:00h y nosotras seguíamos allí y la ONU no había dado señales de su presencia en el campamento.

Nos preparamos para el pasacalles y el espectáculo, nos percatamos de que la batería del equipo de sonido se ha agotado, decidimos hacerlo todo con percusión. Los militares nos dicen que no hagamos mucho ruido, ya que hay personas durmiendo, cosa que es bastante difícil debido a que desde las 6 de la mañana el sol incide sobre las tiendas haciendo insoportable su estancia dentro, además, pudimos comprobar que durante el recorrido por el campo centenares de niños, niñas y adultos nos acompañaban en el pasacalles. Una vez dentro del campo observamos en distintos puntos contenedores rebosantes de basura de varios días, con millares de moscas a su alrededor y un olor insoportable, con unas temperaturas que alcanzan los 40ºC, basura generada por 4000 personas sin recogida diaria. Los contenedores se encuentran justo al lado de las tiendas donde habitan las familias.

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Después de un divertido pasacalles llegamos al recinto donde se va a realizar el espectáculo, es un espacio con un techado de placas de zinc, el único lugar del campo donde hay sombra, la cual, se agradece, ya que por un ratito las personas que están viendo el espectáculo no sufren el sofocante calor. Detectamos un estricto y excesivo control para con lxs niñxs por parte de los trabajadores de ACNUR durante el transcurso del espectáculo.

Todo fue como siempre, muy emotivo, satisfactorio y compartimos sensaciones muy bonitas y agradables, terminamos bailando, maquillando las caras de los y las más pequeñas y nos despedimos con múltiples muestras de cariño.

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Al llegar al improvisado camerino (la ballena azul) aparcado a unos 300 metros del campamento, en los únicos arboles de la zona, nos encontramos con una numerosa familia cobijándose del sofocante calor, uno de sus miembros nos pide que lo acerquemos a Tesalonica, no tienen alternativas para desplazarse a las ciudades cada vez que lo necesitan. Una vez en Tesalonica, almorzamos haciendo tiempo para reunirnos con Oikopolis.

Pepeciclo y Rakel

 

LOS NADIES

 
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la
vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la
prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Eduardo Galeano

 

Entrada 2 (Por la tarde)

Estamos nerviosas. Esperamos en OIkopolis, en un calor insoportable. Hoy conoceremos a una familia de Siria. Hemos decidido ayudarlos a salir del campo. Llegan con el autobús, Nidal, Samira y Asmahad, llegan con una historia pesada tras la espalda. Preparan nuestro encuentro. Solo dos de nosotras y un responsable de Oikoplis entraremos a hablar con la familia. Traemos un regalo para una niña de 7 años que no ha perdido su sonrisa. Una coronita de flores rapidamente adorna su pelo negro.

Estamos alli sentados frente a frente y siento que no soy nadie. Tendríamos que hablar, pero ¿de que? Siento vergüenza por la circunstancia en la que nos hemos encontrado, siento vergüenza de ofrecer una ayuda que no deberían tener que suplicar y mendigar.

“El campamento es terrible, no podemos seguir allí. No nos dan de comer suficiente, esta lleno de insectos y hay serpientes. No hay escuela, es insalubre…” dice Samira.
Una lista de cosas horribles que hemos visto en prácticamente cada uno de los campos visitados. Samira es una bella mujer , una madre coraje. Se toca de vez en cuando su barriga, su cara no miente, lo que siente es dolor. Samira es una mujer que perdió su hijo hace apenas 4 días. Nidal es un hombre bello, un padre increíble, era constructor en Siria.

Los dos con su hija y la abuela materna Zahida, han llegado a Grecia después de un peligroso viaje , hace ya 4 meses. Han vivido en Idomeni, a su pesar los han trasladado a Sanatex un campo controlado militar y policialmente, donde la ayuda y la solidaridad de voluntarios y población civil no llega y es sistemáticamente fiscalizada y paralizada.

Tras el primer contacto con la familia y ya con todo el grupo, la atmósfera empieza a relajarse entre globos y risas. Decidimos entonces ayudarlos a salir ese mismo día del campo debido a la difícil situación de esta familia. Reservamos un hotelito cercano con la preciosa ayuda de los chicos de Oikopolis. Nos ofrecimos, quizás ingenuamente, a ir con ellos al campamento para ayudarlos con las cosas y darle un pasaje mas cómodo. Vamos 5 de los 9 . Hay mucho movimiento emocional, ansiedad, alegría, incertidumbre… Llegamos siguiendo las indicaciones de Nidal. Otra fabrica en medio de los campos de trigos. Bajamos de la furgoneta, a la cual habíamos bautizado como la ballena azul. Militares empiezan a mirarnos. Me pregunto que le vamos a decir.

“Quien sois?”. Pregunta seca.

“Calispera, somos amigos.” Con la mejor sonrisa, disimulamos una circunstancia no calculada. Quizás la amistad ya sea algo ilegal.

“Quien sois? ¿Que queréis? ¿Por que estáis aquí…?” Muchas preguntas.

Y a la pregunta “¿No querréis sacar a una familia del campo verdad? ” Sinceramente nos entra un poco de pánico, y somos mas conscientes de donde estamos y quien nos mira. Quizás para cualquier persona humana no hay cuestión, pero cuando la legalidad injusta de esta Union Europea trata a personas como números hay ciertas cuestiones a tener en cuenta. Por suerte viajamos con payasos y las miradas se trasladan hacia un improvisado espectáculo. Entonces, mientras la familia desaparece en la fabrica para recoger sus maletas, con un redoble de tambores y unas narices rojas llamamos a los niños.

Miedo, es la sensación, de que la cosas no salieran bien. Miedo que hace mas presente cuando vemos a refugiados llevar las maletas hacia la furgoneta, con disimulo, poco a poco. Cada vez que alguien sale de la fabrica con una bolsa, uno de nosotros le abre la puerta de la ballena azul para cargarla . Vemos salir la abuela , una señora anciana que casi no puede andar. Un joven la ayuda, la sienta en la furgo, le habla cariñosamente mientras le pone el cinturón de seguridad. Casi llorando nos dice “gracias”, y se despide de la anciana con un beso. Estas son cosas que me gustaría no tener que contar. También nos ofrecen su comida, y nos piden perdón por el hecho de que esta fría.

Una vez que todos los miembros de la familia han salido, acabamos el espectáculo entre sonrisas de niñxs. Miradas de un militar al salir del campo. Por suerte lxs niñxs otra vez corriendo con nosotros, nos ayudan a disimular la subida de Nidal y la de las otras en la furgo. Mientras nos despedimos un niño nos pregunta si volveremos todos los días. Se rompe el corazón antes de cualquier respuesta.

Todos arriba. ARRANCAAAAA! Como en una fuga, como ilegales. Se levanta en la ballena azul un “BYE, BYE SANATEX!”.

Llegamos al hotel y la otra parte del grupo se une a nosotros. Descargamos y los acompañamos a su habitación. Ver la dificultad de la abuela al subir la escalera y el dolor que esto le provoca, no nos puede nada mas que partir el alma. Imagino a esta mujer en una tienda de campana durante 4 meses y después de huir de una guerra. Se confirma en nosotros la sensación de que ninguna persona merece esto. ¡Y te asaltan las ganas de cambiar las cosas! ¡Como sea! Hoy dormirán en un colchón, no en el suelo. La abuela nos besa ya tumbada entre sabanas blancas. Hasta luego familia. Nos despedimos con una sonrisa que la circunstancia generalizada de miles de familias en la misma situación vuelve amarga. En cuanto encuentren un piso se irán del hotel y podrán empezar una espera mas digna antes de la tanto esperada entrada en UE.

Perdonarme, pero no me acuerdo nada de lo que paso después de esta despedida. Una tarde que duró una vida, contenta de haberla vivido y poderla compartir. Vuelvo a casa mas consciente de lo que tengo y lo que todos merecemos. Consciente de que mi derecho de vivir en paz y dignamente, no puede suprimir el derecho de otra persona a vivir en paz e igual de dignamente.

Greta