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Dia 11: Testimonios

Diario de a bordo. Día 11
24 de Junio. Entrada resumen

Como cada día, el sol nos pone en movimiento a las 7 de la mañana; hoy nos toca Langadikia, otro campamento de refugiados cerca de Tesalónica, a 60km. Compramos hielo como cada día para enfriar agua, nos perdemos y nos retrasamos unos 50 minutos.

Durante el trayecto al campamento observamos la riqueza en variedad de cultivos, patatas, girasoles, olivos, viñas, tomates, etc. Nos sorprende la ausencia de vallas protegiendo dichos cultivos.

Llegamos al campamento y nos recibe Montse, de la ONG Refugeens. Nos comunica que las niñas y niños ya están informados de nuestra llegada; nos muestra el lugar donde vamos a actuar, un sitio techado y alto, que acondicionan barriéndolo mientras nos preparamos.

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Las personas voluntarias nos ayudan organizando a los niños y niñas, que gran parte de ellas están disfrazadas, de piratas, princesas, indias, etc., con muchas ganas de diversión, esperando que comience el show.

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Volvemos a la ballena azul, nos ponemos nuestro vestuario y salimos en pasacalles hasta el lugar del espectáculo, nos siguen niños y niñas, y también sus familiares. Comienza el espectáculo con el número de sombreros, seguido del número de platos chinos, la mosca, diávolo y mazas, y el gran debut de nuestras compañeras realizando el número de las sillas.

Nos despide un traductor en árabe. Los niños y las niñas se nos acercan, nos abrazan, y sentimos emocionadas que recibimos más de lo que damos. Nos vamos hacia la salida, todos y todas nos siguen gritándo: “¡my friend, my friend…!”, siempre con la sonrisa en el rostro. Llegamos a la salida del campamento, movemos la ballena azul a una sombra, y mientras nos cambiamos y refrescamos llega Mohamed, un chico sirio que vive en el campamento y que conocimos la primera vez que visitamos este campo, habla muy bien español. Podemos mantener una larga conversación con él. Le comentamos si podemos grabar en video su testimonio y accede amablemente; nos cuenta cómo es la vida en el campamento y cómo era en su país, nos describe la realidad y crudeza del campo, las carencias que sufren las personas que allí viven. Todas nosotras nos quedamos enmudecidas, cuesta encontrar las palabras adecuadas. Su relato es desgarrador. Nos cuenta, entre otras cosas, que no hay actividades para las niñas y niños, que no hay organizaciones que puedan entrar al campo a colaborar, que no hay asistencia sanitaria ni escuela, no hay lugar adecuado para estar, por el calor, los mosquitos… la basura la recogen únicamente una vez a la semana… (el testimonio está grabado y será editado).

Mientras hablamos con Mohamed, llegan dos familias con sus peques buscando donde poder sentarse bajo la sombra de los árboles, y les damos unos juguetes.

Nos montamos en la ballena azul bajo un intenso calor, de regreso compramos comida en una tienda que tiene su propio horno para hacer dulces y salados. Comemos , nos refrescamos y continuamos hacia el camping. Una vez allí, ducha rápida y reparto de funciones; el grupo se divide en dos: unos nos vamos a Tesalónica en busca de Dimitri, le entregamos parte del material que traemos para donaciones (carritos de bebé, cremas solares, guantes quirúrgicos, etc.). Cuando terminamos la entrega Dimitri nos invita a conversar durante unos minutos en una terracita que tienen habilitada; dos de las compañeras son las que se quedan con él, mientras las demás volvemos a la ballena azul para organizar más material que se entregará en otro campamento

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Al cabo de un rato llegan, sus rostros lo dicen todo, no hablamos, no les preguntamos nada, sólo esperamos; necesitan parar, digerir lo que acaban de escuchar, lloran de rabia e impotencia. Nos subimos en la ballena azul y regresamos de nuevo al camping. Durante el trayecto nos comentan que compartirán con el resto del grupo la información que les ha dado Dimitri, cuando estemos todas.

La otra parte del grupo se ha quedado en el camping para recoger, ordenar el espacio que compartimos, seleccionar fotos y terminar crónicas del diario de a bordo.

Otra ducha rápida y a cenar. Conversamos animadamente a pesar del cansacio, debatimos, se contrastan opiniones, y también contamos chistes, muchos chistes, necesitamos reírnos, la risa es sanadora y nuestro cuerpo es sabio, sabe que tenemos nuevas heridas. Y reimos, reímos todo lo que podemos, puede que sea un mecanismo de defensa.

Entre estrellas y una bonita luna, las compañeras nos cuentan la conversación que han mantenido con Dimitri, y se vuelve a hacer el silencio. Lo que oímos no nos gusta: violación de un menor en un campamento, dificultades que se tuvieron para que lo atendieran los médicos, imposibilidad de trasladarlo a otro campo… Por otra parte, nos comentan la posibilidad de ayudar a una familia a salir del campo en el que están viviendo gracias a la donación económica que ofrecemos.

Ninguna persona merece esto

Cristina y Torki